Épico proyecto del diputado electo por el Partido Bromosódico
Corría el 18 de julio de 1984, Argentina acababa de recuperar la plenitud
democrática y la calle ardía de compromiso cívico. La esperanza teñía de verde
los pensamientos de todos los argentinos. En este marco al que considero que no
cabe agregar más, el matutino “La Capital” (Rosario) publicó una colaboración
de Raúl A. Zárate, sobre el que
lamento no poder aportar mayores datos, aunque sin dudas tenía sobrados
quilates para que el periódico abriera sus columnas a una nota surgida de su
pluma.
En aquellas tres columnas (foto
incluida) el autor trajo al entonces presente la rutilante y, en principio exitosa carrera política del joven Enrique
Badessich (1896-1961) que llegó a conquistar una banca de diputado por la
minoría en la Legislatura de Córdoba. Sus amigos lo apoyaron dando forma al que
inicialmente se llamó “Partido Liberal
Progresista”, al que sus electores gustaron llamar “Bromosódico” en honor a la trayectoria de estudiante de Medicina que
ocupó el primer lugar en la lista de candidatos.
Se trataba de un auténtico
outsider, quien entre otras
propuestas de vanguardia auspiciaba la
independencia de Córdoba para constituir un estado independiente. ¡Si tal
cuál se lee! Al decir de Raúl Zárate que bien sabía de esas cosas.
Por su fuera poco también promovía
la supresión del Ejército y ¡el amor libre! Además auspiciaba acortar el largo
de las sotanas de los sacerdotes para confeccionar “ropa para los niños pobres”
con la porción sobrante.
El joven tucumano abandonó
transitoriamente los libros con los que estudiaba para dedicarse a la política
con alma y vida, impulsado por su porte y prestancia, su elegancia y la fina
percepción del sentir del pueblo. Bueno, al menos de una buena parte del mismo,
hasta el punto que una porción suficiente del electorado cordobés se embarcó en
su apoyo votándolo en el cuarto oscuro.
Llegado el día de los comicios
resultó triunfador el Partido Conservador, pero en segunda posición se ubicó el
nuevo nucleamiento, con lo que Badessich
ganó legítimamente el derech0 de representar a sus fieles seguidores ocupando
la banca puesta en juego.
Sin embargo, nada estaba
logrado, “oscuras fuerzas” se
complotaron contra él y, pese a su florida verba y sus grandes esfuerzos
encontró insalvables valladares. Los detalles de su “épica” lucha pueden verse
en el recorte que copio más abajo.
En 1928 incursionó en la política de Rosario, esta vez desde las filas de una fracción minoritaria
de la Unión Cívica Radical, la Antipersonalista (opuesta a Hipólito Yrigoyen).
Fue entonces la ciudad llegó a conocer ese verdadero dandy, quien de traje y sombrero (como era de rigor en aquellos
tiempos, aún para ir a la cacha o al hipódromo) pretendió inflamar a las masas
de rosarinos al par que acompañaba sus palabras manipulando un elegante bastón
para acentuar sus públicas denuncias. En la misma fundó dos periódicos, que sus
detractores calificaron como pasquines, uno lo llamó “El Quijote”; mientras que
pasado ya a la tendencia mayoritaria de su nuevo partido, fundó otro al que nominó
“Yrigoyen”.
Abandonados sus estudios
universitarios, se lo registra como telegrafista prestando servicio en la
estación argentina de Gritviken (Georgias del Sur), cargo que desempeño por
tres largos años. Al parecer, las bajas temperaturas no lograron calmar su
creatividad ni su imaginación calenturienta. Cuenta la crónica que el 15 de
octubre de 1945 presentó un habeas corpus procurando la libertad de
Perón, detenido por aquellos días, y que a lo largo de su vida afrontó
varias denuncias de las que fue sobreseído.
Algunos dicen que fue un “lindo loco”, para otros fue en “loco manso”, algunos más lo reivindican
como “un rebelde contestatario”. Eso sí, no hay dudas de que un personaje pintoresco, por donde se lo mire.
Como verán, con mucho
gusto me permito compartirles esta página del ayer, que nos legara Raúl A.
Zárate como reflejo de un tiempo casi centenario.
M.C.B.